Importancia de las areas verdes para el bienestar humano. Kaplan & Kaplan (1989) han formulado una teoría sobre la interacción entre la atención del hombre y el entorno circundante. Esto significa que la vida urbana, con vehículos rápidos, señales de neón destellantes y colores fuertes, ocasiona un estrés constante. La investigación indica que la vegetación y la naturaleza refuerzan nuestra atención espontánea, permiten que nuestro sistema sensorial se relaje y nos infunden nuevas energías. Las visitas a las áreas verdes nos relajan y aguzan nuestra concentración porque sólo necesitamos utilizar nuestra atención espontánea. Al propio tiempo, conseguimos aire fresco y luz solar que son importantes para nuestros ritmos diurnos y anuales. Además, Ulrich (1984) demostró que los pacientes hospitalizados se recuperaban más deprisa cuando tenían una perspectiva a través de la ventana que les permitía ver árboles.
Ulrich et al. (1991) proyectaron a 120 personas una película sangrienta sobre accidentes industriales. A la mitad de ellas se les proyectó a continuación una película sobre la naturaleza mientras que a la otra mitad se les proyectó otra sobre la ciudad, con escenas de edificios y tráfico. Durante todo el tiempo se controló a los interesados su ritmo cardíaco, tensión muscular y tensión sanguínea. Todos ellos presentaban fuertes síntomas de estrés durante la primera película, sobre accidentes industriales. Los niveles de estrés de la mitad de los interesados, que contemplaron la película de la naturaleza, habían vuelto a un nivel normal después de 4 a 6 minutos, mientras que la mitad, que contemplaron la película de edificios y tráfico, siguió presentando fuertes niveles de estrés.
En Suecia, Grahn ha dirigido extensos estudios sobre la importancia de los parques para los diferentes grupos de población (Grahn, 1989). Los estudios demuestran que los períodos pasados al aire libre tenían un valor medicinal real para los pacientes y residentes de hospitales, residencias de ancianos y casas de salud. La gente se sentía más feliz, dormía mejor, necesitaba menos medicinas, estaba menos inquieta y mucho más locuaz. Por el contrario, lamentablemente era evidente que los enfermos, los de mayor edad y los discapacitados dedicaban sorprendentemente poco tiempo al aire libre. Esto se debía únicamente a que necesitaban ayuda para salir al exterior.
Importancia de las zonas verdes para la biodiversidad y el medio ambiente.
En la Conferencia de la N.U. sobre Medio Ambiente y Desarrollo de Río de Janeiro, en 1992, todos los países participantes adoptaron la Agenda 21 que es un Plan de acción sobre cómo puede actuar el mundo en favor del desarrollo sostenible. Esto les obliga también a trabajar en favor del desarrollo sostenible, una obligación que, a su vez, corresponde a los administradores de áreas verdes urbanas.
Los jardines y parques antiguos, amén de los cementerios, contienen con frecuencia una biodiversidad notablemente rica. Son éstos los principales hábitats de las plantas y animales urbanos. Las instalaciones más antiguas y bien consolidadas atraen, por ejemplo, aves y mamíferos cuyo hábitat natural es el bosque. Como una parte creciente de la población vive en zonas urbanas y recibe en ellas su percepción diaria de la naturaleza, es importante la naturaleza de las zonas urbanas para la concienciación ambiental y para su conocimiento.
La naturaleza que crea el hombre es considerada con frecuencia inferior a la naturaleza que evoluciona sin intervención humana. Como confirmación de esto se aduce con frecuencia p.ej., que el número de especies suele ser mayor en la naturaleza inalterada. Una investigadora inglesa, que es propietaria de un jardín de unos 700 m en un suburbio de Leicester, en Midlands, tiene la opinión de que éste no es invariablemente el caso. Durante 15 años ha recogido y clasificado las especies de todos los insectos que ha encontrado en su jardín. Ha recibido por ejemplo visitas del 34% de todas las especies indígenas de mariposas, el 30% de todas las especies indígenas de mariposas nocturnas y el 36% de todas las especies indígenas de syrphus (Owen, 1992). Aunque su jardín es muy corriente tiene unos macizos de flores extraordinariamente abigarrados y una buena mezcla de plantas cultivadas y no cultivadas. Sin embargo, muchas áreas verdes urbanas no presentan una biodiversidad particularmente rica. La mayoría de ellas se establecieron con grandes superficies pavimentadas, áreas engravadas, verdes bien segados y árboles individuales aislados.
Los árboles interceptan partículas de materia y absorben contaminantes gaseosos como el ozono, el dióxido de azufre y el dióxido de nitrógeno, eliminándolos así de la atmósfera. Los árboles emiten también diversos compuestos orgánicos volátiles como el isopreno y los monoterpenos que pueden contribuir a la formación de ozono en las ciudades. Mediante la transpiración del agua y las superficies sombreadas, los árboles reducen la temperatura del aire (Nowak, 1995). Debido a que los árboles reducen la temperatura del aire, dan sombra a los edificios en verano y frenan los vientos invernales, pueden contribuir a reducir el consumo de energía en los edificios y en consecuencia a reducir la emisión de contaminantes de las instalaciones generadoras de energía (McPehrson & Rowntree, 1993; Nowak, 1995). Las plantaciones de protección a lo largo de carreteras de tráfico denso y alrededor de las áreas industriales son, por lo tanto, un medio eficaz para reducir la contaminación del aire. Pero esto, indudablemente no puede tomarse como excusa para pasar por alto la lucha contra la contaminación en su origen.
Amenazas para las areas verdes. Hay una gran presión sobre los recursos de espacios urbanos. El porcentaje de la población que vive en zonas urbanas viene creciendo rápidamente desde 1950 y la falta de espacio hace tentador utilizar las áreas verdes para construcción. Incluso cuando se trata de edificios públicos, como museos, en que la zona verde sigue accesible al público, ello restaría valor en muchos casos a la calidad recreativa total del área. En la Ciudad de México, la participación de las áreas verdes en la superficie de la ciudad está disminuyendo alrededor del 3,7% anual. Las zonas verdes son sustituidas con frecuencia por edificios, especialmente en los barrios más pobres de la ciudad (Chacalo et al., 1996). La mayor presión se encuentra en la orla urbana donde la ciudad planificada da paso a los asentamientos de desarrollo espontáneo. Es en estas áreas donde la tasa de crecimiento de la población es máxima y la planificación controlada por los órganos municipales es mínima (Tewari & Muthoo, 1997).
Las instalaciones de tráfico y el ruido son otras amenazas para las zonas verdes. Las carreteras pueden aislar unas zonas verdes de otras lo que reduce su valor recreativo y el de corredores para la propagación de la flora y la fauna. La molestia ocasionada por el ruido es más indirecta. Estudios holandeses indican que el ruido de las carreteras molesta a un 20% de la población aproximadamente mientras que un 11% sufre molestias por el tráfico aéreo (Stanners & Bourdeau, 1995). En Copenhague, alrededor de la cuarta parte de los habitantes están expuestos a una carga importante de ruido de 65dB(A) y más. En Barcelona, alrededor del 40% de los habitantes están expuestos a un nivel de ruido superior a 70 dB(A) (A. Skovbro, com. pers.). Estas cifras se aplican a la molestia en el interior de las viviendas. Al aire libre, la gente está expuesta a un ruido incluso mayor, especialmente porque parte de las áreas verdes urbanas consisten en "áreas residuales" a lo largo de las construcciones de tráfico.
Cuidado y mantenimiento de arboles y rodales forestales urbanos.
Los sistemas de cuidado y mantenimiento varían según la región geográfica y vienen impuestos por las tradiciones locales y nacionales. En Europa Central, hay la tendencia de que el concepto se refiere a árboles individuales, a líneas de árboles y a parques artificiales. En el norte de Europa (Suecia y Finlandia) las nuevas construcciones tienen lugar con frecuencia en áreas de bosque y la mayoría de los espacios verdes se forman a base de la vegetación forestal que se conserva. En estos lugares, el tratamiento verde urbano puede considerarse en gran parte como sistemas silvícolas aplicados en bosques urbanos.
En el cuidado y mantenimiento de árboles y bosques urbanos, y áreas verdes urbanas, hay que dar atención especial a la determinación de la vitalidad de los árboles y de los árboles en peligro. Esto incluye la división en categorías de las heridas de los árboles (métodos biológicos de la madera, tomografía informatizada), la influencia de la época en que se producen las heridas sobre las reacciones de éstas, pudrición (patología), tratamiento de heridas, vendaje de heridas, daños de la raíz, protección, desarrollo y poda.
Hay una serie de razones par podar los árboles: la formación de las plantas jóvenes, el mantenimiento de su salubridad y apariencia, el control del tamaño de la planta, la influencia sobre la floración, la fructificación y el vigor y la compensación de la pérdida de raíces. La poda, como parte de la formación de los árboles jóvenes, puede conseguir árboles de estructura fuerte, que serán más seguros y requerirán menos podas correctoras cuando maduren (Harris, 1992). La poda de los árboles en el vivero, para seleccionar la guía más sana y formar una copa bien estructurada es indudablemente importante cuando los árboles se van a plantar en zonas urbanas. La finalidad general debe ser producir troncos de estructura robusta y con ramas bien desarrolladas y firmes (Bradshaw et al., 1995).